Muchas empresas firmaron en los últimos años contratos hipotecarios sobre sus oficinas o naves, en los que el Banco ofrecía un SWAP (en algunos casos denominados como IRS, permutas financieras o ‘clips’) como garantía frente a las subidas de tipos de interés.
Transcurridos unos pocos años, ese SWAP se ha convertido en una auténtica trampa ya que ha hecho que la empresa pague por esa hipoteca costes inasumibles hoy en día (muchos SWAPS se están pagando entre el 7% y el 9%, cuando el Euribor está por debajo del 0.5%) habiendo tenido que soportar unos costes financieros extraordinarios de decenas de miles de euros (cuando no centenas de miles).
La noticia ya saltó a los periódicos: “Casi el 90 por ciento (en concreto, un 89,8) de los clientes que se vieron obligados a contratar swaps comercializados por su banco obtuvieron un fallo favorable de jueces y tribunales en primera instancia y un 82 por ciento en apelación durante el año 2013”. (Eleconomista.es de 21/7/14)
El argumento principal que utilizan los jueces y tribunales para oponerse a la actuación de las entidades financieras es que «los afectados firmaron los contratos de los productos financieros tóxicos sin conocer sus verdaderas características y riesgos, es decir, sufrieron un error en el consentimiento».
Ese error de consentimiento tiene que ver con una práctica desgraciadamente muy extendida: si quieres un producto de financiación te obligo a asumir otros productos a conveniencia del banco, que ni son del interés, ni muchas veces comprendidos por el cliente.
Además de los errores de consentimiento, la Justicia española encontró también otros argumentos a favor de empresas y particulares, como la nulidad de los contratos por incumplimiento de la normativa del Mercado de Valores.
Con estos datos en la mano, si tiene un SWAP en su empresa, ¿va a hacer algo?
