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¿EN QUE PUEDEN MEJORAR LAS PYMES? (Y NO LO SABEN)

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Todo el mundo está de acuerdo en  que tras esta profunda crisis muchas cosas tienen que cambiar.

Casi todo el mundo cree que hay que flexibilizar estructuras de costes de las empresas y aligerarlas de pasivos laborales.

Cada vez se aplica más la externalización de servicios especializados como la asesoría fiscal, laboral, jurídica o informática.

Pero hay áreas de la empresa a las que aún no se le ha dado la importancia que tienen, y se entiende que el personal de la empresa (o el propio empresario) debe ser un experto y gestionarlas por sí mismos. Una de esas áreas es la gestión de la tesorería.

Y se espera que el director financiero o el jefe de administración o el propio empresario sea capaz de manejar como un profesional un área en la que la empresa se juega mucho.

¿Dónde está el error? En varios puntos fundamentales, que pasamos a analizar brevemente:

1.- Acceso al crédito. Usualmente la empresa busca su financiación en las tres o cuatro entidades con las que mantiene relaciones.

Otros bancos ofrecen financiación cuando la empresa no la necesita, y si la solicita sin que se la ofrezcan los costes y garantías exigidos son exagerados.

Pero hay que ser un experto para valorar alternativas no bancarias, que serán cada vez más importantes. Y conocer las plataformas de crowfunding, crowlending, o la financiación a través de business angels, capital semilla o capital riesgo, o las opciones del Mercado alternativo de Renta fija (MARF) o de Renta variable (MARV).

Y, por supuesto, saber cómo manejarse con la financiación preferencial (ICO, Cofides, ICEX, etc)

Por otra parte, hay que saber cuales son los criterios de los bancos en la concesión de financiación y en la fijación de costes financieros y bancarios y garantías. Hay que conocer e interpretar los estados financieros y otra información que utilizan. Saber que ratios y sistemas de scoring elaboran para valorar el riesgo.

2.- Negociación de condiciones bancarias.

Parece sencillo: A menor tipo de interés, menor gasto financiero.

Pero no es del todo cierto. Condiciones como la comisión de apertura, renovación (que se pagan sobre el importe concedido, no el dispuesto real), comisión de cancelación, o de administración o de no disposición, han de tenerse en cuenta a la hora de saber el “coste real” de la financiación.

Y no olvidemos los “indirectos”: peajes como el pago de nóminas o seguros sociales a través de la entidad financiadora, suscripción de seguros o inversiones obligatorias en ciertos productos financieros. He llegado a ver el caso de obligar el banco a inmovilizar en cuenta corriente (sin remuneración) un i porte igual al del préstamo concedido.

Si no consideramos todos estos factores no llegamos a saber el “coste real total” y poder comparar adecuadamente para elegir la mejor financiación.

3.- Control del cash flow, posición y previsiones de tesorería.

“ La velocidad sin control no sirve de nada” decía un anuncio de neumáticos. Con la tesorería pasa lo mismo. Hay que conocer la caja que  genera, y la que  consume, nuestro negocio. Sólo así podemos controlar lo que tenemos, y lo que podemos tener o necesitar financieramente.

No conocer los saldos y previsiones puede salir  muy caro. Los bancos cobran por descubierto cerca del 30% mas una comisión por descubierto que puede elevar el coste real por encima del 100% anual. Además de la mala imagen frente al banco, que puede dificultar futuras renovaciones de préstamos, créditos y líneas de financiación.

No olvidemos uno de los datos más dramáticos de la radiografía empresarial española: El 50% de los concursos de acreedores acaecidos en España entre 2007 y 2013 lo fueron por problemas de tesorería, no por problemas de ventas o de rentabilidad del negocio.

4.- Control de costes financieros y bancarios.

A de por sí son muy caras las condiciones que i ponen los bancos en la financiación. Pero además se producen errores y, a veces, cobran más de lo pactado en contrato.

Condiciones pactadas que tienen fecha de caducidad sin conocimiento de la empresa (y a partir de una determinada fecha empiezan a cobrar más del coste que la empresa creía y tenía asumido) o clausulas de contrato sujetas “a interpretación” (casualmente el banco siempre la interpreta a su favor) o cargos no pactados (que el banco retira cuando se reclama, si es que lo hemos detectado y reclamado)

Y eso por no hablar de las condiciones de aplicación de fecha valor.

Una revisión concienzuda (y con las herramientas adecuadas) proporciona notables ahorros en la cuenta de gastos financieros y bancarios.

5.- Reclamaciones.

No es negativo reclamar los cargos bancarios incorrectos o indebidos. Hay empresas que no reclaman por temor a que el banco no les renueve sus líneas de financiación.

Reclamar demuestra control de nuestras operaciones y refuerza nuestra imagen de profesionalidad ante el banco (siempre que no perdamos la educación en la reclamación, claro).

Hay que seguir el orden adecuado en la línea de decisión y supervisión del banco, y si se agota esa vía, reclamar ante el Servicio de Reclamaciones del Banco de España y finalmente, si no obtenemos la resolución esperada a nuestra reclamación, ante los Tribunales (siempre que no nos cueste más el collar que el perro).

6.- Información es poder.

Si conocemos la situación financiera de nuestra empresa, sus  perspectivas y necesidades; si además tenemos el control de las condiciones pactadas, y además controlamos los costes financieros y bancarios “reales”; y encima conocemos cuanto gana cada entidad con nuestra empresa…; Si establecemos una política de comunicación realista y efectiva con el Banco, de nuestra situación financiera, proyectos, perspectivas…y problemas…Podremos mejorar la confianza del Banco en nuestra empresa y negociar y obtener mejores condiciones.

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